Muchas personas creen que un hombre no puede llorar, que el hombre que
llora es afeminado, sin embargo, cuando uno ve pasar el cumpleaños de una madre
que hace dos años paso a la otra vida, los sentimientos que afloran hacen que
el no llorar sea un inverosímil.
Es duro ver cómo llega un día que era de fiesta, porque ella misma lo
convertía en una fiesta con sus loqueras y su manera de hacer que todo el que
la rodeaba disfrutara lo que ella llamaba:
Su día... cuánta falta hace una madre día tras día, sus consejos, su
ayuda y sobre todo el amor que ellas solas saben dar. Dios, no juzgo ni pido
que sea la madre de otra persona la que fallezca, pero si me pregunto por qué
la mía, que pasó? tan mal se portó, en que falló y si fui yo... perdóname, me
la cobraste muy fuerte.
Fuente: Esterna
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