El roce no solo hace el cariño sino que, además, cambia los genes. Según un estudio publicado en Nature Neuroscience, el sexo y el contacto físico entre dos individuos inducen cambios químicos permanentes en los cromosomas que afectan a la expresión de los genes (cambios epigenéticos) que regulan el comportamiento sexual y favorecen la monogamia.
Según han comprobado el neurocientífico Mohamed Kabbaj y sus colegas de la Universidad Estatal de Florida (EE UU) en estudios con ratones de campo, el apareamiento de estos animales aumenta el número de receptores de oxitocina (la "molécula del amor") y de vasopresina, induciendo cambios en el cerebro el área del cerebro que determina la preferencia hacia una pareja específica.
Y transcurridas de 16 a 24 horas de convivencia se crean lazos permanentes que hacen que la pareja permanezca unida durante el resto de su vida. Dicho de otro modo, los cambios epigenéticos que produce el apareamiento nos vuelven más fieles.
Lo más llamativo de la investigación es que los científicos han demostrado también se puede lograr que una pareja se una "para siempre" combinando un fármaco y "solo" 6 horas de convivencia. Concretamente, en el experimento usaron el fármaco tricostatina A, que se inyectó en una zona del cerebro llamada nucleo accumbens, relacionada con las recompensas y el placer. Según los autores, el experimento pone en evidencia que es posible modificar las conductas de apego social usando fármacos, en este caso para favorecer o impedir el emparejamiento. Y que sustancias similares se podrían utilizar en humanos para tratar trastornos relacionados con el apego como la esquizofrenia o el autismo.
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