Los diamantes son los mejores amigos de una mujer, cantaba Marilyn Monroe, pero a Woody Allen le han jugado una mala pasada en su última película, “Blue Jasmine”, al incluirlos en un gag que ha enfadado a los joyeros.
Protagonizada por Cate Blanchett, la cinta retrata el shock que vive una mujer rica del Upper East Side de Nueva York, cuando se queda sin nada después de descubrirse que su marido era un estafador y en uno de sus ácidos análisis de las clases altas neoyorquinas, Allen ironiza sobre el valor de los diamantes como inversión.
“Tus joyas son muy valiosas y una buena inversión cuando las compras en Graff o Van Cleef. Hasta que necesitas desesperadamente dinero y te sientes obligado a venderlas y casi parece que las tienes que regalar”, dice Blanchett a sus atónitos sobrinos, pertenecientes a la clase baja y con quien se ve obligada a vivir.
Esta escena no ha hecho tanta gracia al consejero delegado de Graff, Henri Barguirdijian, que aclaró ayer en el canal de información económica CNBC que los diamantes son siempre una buena y recuperable inversión.
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