Huracán David, 38 años después

jueves, 31 de agosto de 2017

Los trasladaron de forma temporal. La promesa de otorgarles viviendas dignas, que los mantuvo con esperanza luego de que los fuertes vientos del ciclón David los dejara sin hogar, se desvaneció cuando los seis meses de plazo se convirtieron en años.

Cientos de familias que vivían en zonas vulnerables fueron trasladadas por el gobierno a los barracones de Canta La Rana, en Los Alcarrizos, con el juramento de que estarían allí solo el tiempo que se tomaría construir apartamentos.

“Muchos han muerto esperando ese sueño”, expresó con lamento Dulce Nelis Sánchez, quien tenía nueve años aquel 31 de agosto de 1979 cuando el ciclón David derribó su pequeña vivienda en el sector La Ciénaga.

Junto a su familia permaneció cuatro meses en la escuela  República del Perú y de allí los llevaron a los barracones, donde han permanecido todos estos años y ha visto crecer dos de sus generaciones.

“Dejaron  a la gente a su suerte, en tablas podridas, en el abandono; los damnificados no valemos nada”.

Aunque el número es incierto, se estima que son alrededor de 200 las familias que esperan por el proyecto  que inició Joaquín Balaguer en su gobierno y que continuó Leonel Fernández, entregando nueve edificios con 40 apartamentos cada uno.

Hoy hace 38 años que el huracán pasó por el país y en los barracones se vive en el hacinamiento y en tinieblas. Las personas reciben dos horas de energía eléctrica durante el día, no hay calles, y el agua potable llega dos veces a la semana en algunas zonas, en las que no, tienen que caminar varias cuadras para obtenerla.

Cuando llueve es como recordar aquella tarde de 1979, pues afirman que se caminan en el lodo y los charcos de agua en las pequeñas casas de madera vieja y zinc.

La dejaron en la calle
Deisireny Félix Matos, pasó de la escuela Domingo Fabio, en Guachupita, donde se refugió con sus cinco hijos, a los barracones donde le dieron madera para construir una pequeña casa hasta que le entregaran unos de los apartamentos.

“Me tumbaron el ranchito para darme luego el apartamento y me dejaron en la calle, ahora estoy en otro ranchito con una de mis hijas; no me dieron nada y ubicaron otras personas”, se quejó.

Dice que la vida ha sido difícil, se ha enfermado varias veces y a causa de una bacteria casi pierde una de sus piernas.    

“Nos dieron las tablitas de los barracones para que estuviéramos como seis meses y ya de eso más de 30 años”, contó.

Hirviendo una yuca en un anafe frente a su pequeña  y deteriorada vivienda, Carmen Feliz, también recuerda la promesa, la que no se ha cumplido, por lo menos en ellos, porque algunos fueron agraciados.

“Yo estaba en un refugio en el ensanche Quisqueya, duramos ahí de agosto a diciembre nos sacaron y nos trajeron para acá, eso fue en 1979, con mis tres muchachos y  me dijeron que era provisional”, dijo.

Todo el tiempo transcurrido ha sido difícil, pues se sienten olvidados por todos los gobiernos que han pasado.

Los beneficiados
Nereida Díaz y Tomás García fueron dos de los beneficiados con la entrega de los apartamentos ubicados a pocos metros de los barracones, cuya edificación fue dividida en dos etapas, y en las cuales no todos lograron entrar.

Ambos eran niños en aquel entonces, pero recuerdan que no fue fácil llegar a tener un techo, lejos del lodo y el hacinamiento.

Tomás García y su familia tardaron 25 años en tener la llave de su nuevo hogar en el edificio número 3. Todos esos años lo vivió en los barracones sumergido entre el lodo y la miseria.

“Duramos 25 años pasando las mil y una, en el lodo ahí abajo”, manifestó señalando hacia los barrancones, donde dijo que aún hay muchos en espera.

Nereida Díaz cuenta que tenía ocho años cuando ella y su familia quedaron sin techo y fueron llevados a los barracones.

“Vivíamos en Herrera, y el ciclón se la llevó (la casa), se fue con todo”, recordó.

El huracán David categoría 5 golpeó el país dejando a su paso grandes pérdidas económicas, causando daño en la agricultura, así como miles de personas sin hogar, de los cuales muchos permanecen damnificados hasta hoy.

UN LLAMADO DE AUXILIO POR LOS BARRACONES PIDE VISITA DEL PRESIDENTE
Con un oso de peluche color azul desgastado, su fiel compañero, y en ocasiones su almohada, cuando dormía en el piso del Centro Olímpico donde se refugió junto a su familia, Lizarda Ureña, pide por quienes habitan los barracones.
 
Aunque no forma parte de aquellos que crecieron allí, porque luego de larga espera fueron socorridos por unos familiares y llevados a una casa en el barrio Manganagua, Ureña pide al presidente Danilo Medina que acuda en auxilio de aquellos que no corrieron con la misma suerte.

En la escuela Juan Pablo Duarte permaneció por cuatro meses y de allí los trasladaron al centro olímpico, donde estuvieron un año y medio cuando escucharon la noticia de que serían censados para irse a los barracones. “Allí dormíamos debajo de las escaleras frente al Palacio de los Deportes y mi madre tenía que cubrirnos con plásticos cuando llovía a mí y a mi hermanito”.
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