Recibido con una fastuosa bienvenida en China, el
presidente estadounidense Donald Trump pareció ayer abrumado por la
inmensidad de las ceremonias al inicio de una visita de dos días en que
mezclará los halagos, las críticas y las persuasiones para presionar a
la potencia asiática en temas como el comercio y la amenaza norcoreana.
Trump, cuya popularidad en casa está por el piso, estará
interactuando con el presidente chino Xi Jinping quien recientemente
consolidó su poder.
Cada frase del líder norteamericano será escrutada
para dilucidar si su lema proteccionista de “Estados Unidos Primero” le
está haciendo perder terreno ante la ascendente potencia regional. Trump
pidió a Beijing que deje de apoyar a Corea del Norte, que tiene en
China su mayor socio comercial.
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