Pero
los celos no tienen vida propia, se producen en
personas que se sienten inseguras de sí mismas o que, en el fondo y pese a su
aparente seguridad, piensan que no merecen a su amado o amada.
La cultura popular sobre el amor asume que es bueno sentir un poco de celos cuando
se quiere a alguien o que si tu pareja tiene celos es porque te quiere. ¡Error! Si damos
alas a los celosos, les estamos dando carta blanca para que en el futuro nos
ahoguen. No es una broma, los celosos patológicos pueden arruinar la vida de
las personas a las que dicen amar y volverse violentos.
Entre personas razonables y equilibradas, los celos son pasajeros y uno
mismo puede desecharlos y
no darles más importancia. Tan simple como sentir esa punzada y pensar:
"uy, qué tonto soy".
Si
te descubres a ti misma o a tu pareja en dos o más de estas actitudes,
significa que algo empieza a ir muy mal y puede ir a peor.
No pierdes oportunidad de mirar su móvil y leer sus mensajes o de contestar sus
llamadas.
Si le llaman por teléfono, en cuanto cuelga preguntas airadamente quién era.
Te enfadas porque "sabes" que te miente.
Cuando está en el ordenador, vas a verle a menudo para fiscalizar qué está
haciendo. No te cortas, miras la pantalla y le acusas de haber cerrado una
ventana en cuanto te has acercado.
Siempre que se comunica con el exterior, sospechas que está coqueteando y
algo más con un tercero en discordia. Le regañas amargamente por ello.
Consideras que tu pareja es infiel hasta que demuestre lo contrario (cosa que, francamente, no podrá hacer jamás porque ya le has condenado).
Una de tus frases favoritas es: "mi novio puede ir donde quiera, pero
donde va él voy yo".
Cuando llega a casa le preguntas dónde ha estado y con quién. No le crees.
Si sale con sus amigos, te plantas en el lugar dónde ha ido de fiesta con la
excusa de que "es divertido".
No soportas que salga con sus amigos y consigues que no lo haga, pero tú
sales con los tuyos y te molesta que él se enfade.
Exageras los peligros del mundo o de una situación para que descarte la idea
de realizar una actividad sin ti.
Te entrometes en su forma de vestir y dices que va provocando.
Te plantas por sorpresa en sus reuniones, a la salida del trabajo o en
cualquier otra de sus actividades cotidianas no porque te apetece verle sino
para controlarle.
A menudo le echas en cara con enfado que mira a otras mujeres o a otros
hombres.
Le acusas de ser infiel cada dos por tres y no porque le hallas pillado en la
cama con otra sino porque ves indicios delatores en cada situación y momento.
Si le mira una persona del otro sexo, le abroncas porque estaba coqueteando.
Has conseguido integrarlo totalmente en tu círculo y que no vea a sus amigos
o, por el contrario, has dejado toda tu vida para seguirlo en la suya.
Interrogas a sus amigos en busca de "la verdad".
Haces escenas en público para afearle sus supuestas infidelidades y ponerlo
en evidencia. Le gritas sin compasión.
Registras sus cosas con cierta regularidad en busca de pruebas de que te
engaña.
Si llega diez minutos tarde, sospechas que viene de retozar y revolcarse con
un sex symbol en un hotel de lujo o en una pensión de mala muerte, según sus
posibilidades económicas.
Cuando habla con alguien en un local, acudes a salvarle y le comentas que esa
persona es poco fiable o peligrosa aunque no tengas ni idea de quién es.
Una de tus frases es: "Mis celos se deben a que te quiero
demasiado".
Si estáis en una fiesta con amigos y va a saludar a otras personas, le sigues
para unirte a la conversación. Más tarde, le acusas de que no te ha hecho caso
en toda la fiesta.
Controlas todos sus gastos y exiges saber en qué ha gastado el dinero de
bolsillo.
Lo llamas varias veces al día sólo para saber dónde está y con quién.
Otra de tus frases es: "No quieres hacer esto por mí porque no me
quieres lo suficiente".
Tienes el convencimiento de que si lo vuestro se acaba, nunca podrás
recuperarte y la vida dejará de tener sentido. Es más, sabes que se terminará
porque él te es infiel...
Haga lo que haga, sospechas, sospechas, sospechas... Incluso cuando está
contigo.
Tanto
si estás en la posición del celoso como la del celado, tu vida a estas alturas
es ya un infierno. Si te sientes identificado con al menos cuatro de
estos puntos, busca ayuda. La mala noticia es que es tremendamente difícil que
los celosos patológicos admitan su problema.
Por lo tanto, quizá la única
solución sea huir lo antes posible, en caso de que seas víctima de un celoso, o
ser sincero contigo mismo y afrontar el problema, en el supuesto de que seas el
celoso. Porque lo cierto es que los celosos son casi tan desgraciados como los
que sufren sus reacciones y razonamientos ilógicos.
Señales de peligro Se impone la acción
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