El presidente de EE.UU., Donald Trump, proclamó
ayer su nuevo decreto migratorio que prohíbe la entrada de refugiados al
país y detiene la emisión de visados para los ciudadanos de Irán,
Somalia, Yemen, Libia, Siria y Sudán, todos ellos países de mayoría
musulmana.
Trump también eliminó de su nueva orden ejecutiva toda alusión a las
minorías religiosas cristianas, grupo que había tratado de proteger en
su anterior decreto, emitido el pasado 27 de enero y bloqueado por la
Justicia.
Con esa eliminación, el Gobierno de EE.UU. trata de anular la idea de
que su veto se dirige contra los musulmanes y atenta contra la libertad
religiosa protegida en la primera Enmienda de la Constitución, una
cláusula que algunos grupos habían usado para demandar al Ejecutivo por
discriminación.
“La orden ejecutiva firmada por el presidente para proteger al país
de la entrada de terroristas extranjeros es una medida vital para
fortalecer nuestra seguridad nacional”, dijo el secretario de Estado,
Rex Tillerson, en una rueda de prensa junto a los titulares de Justicia,
Jeff Sessions, y Seguridad Nacional, John Kelly.
A diferencia de lo que ocurrió con la orden anterior, en esta
ocasión, Trump no apareció firmando el decreto en el Despacho Oval de la
Casa Blanca, acompañado por su equipo y frente a las cámaras.
El mayor cambio incluido en la nueva orden ejecutiva se refiere a
Irak, cuyos nacionales vieron cómo se les prohibía la entrada a Estados
Unidos con el anterior decreto del 27 de enero.
En esta ocasión, Trump ha decidido permitir la entrada de los
iraquíes porque su Gobierno se ha comprometido a implementar medidas
adicionales de seguridad y ejecutar en el “tiempo oportuno” las
repatriaciones de sus nacionales con órdenes de expulsión en EE.UU.,
según dijeron altos funcionarios en una llamada con periodistas.
En su comparecencia ante la prensa, Tillerson elogió al primer
ministro iraquí, Haidar al Abadi, y resaltó que Irak es “un aliado
importante” en la lucha contra el Estado Islámico (EI).
NO ACEPTA LA AFIRMACIÓN DEL DIRECTOR DEL FBI
El presidente de EE.UU., Donald Trump, no acepta la afirmación del director del FBI, James Comey, sobre la falsedad de las escuchas de las que el mandatario acusa a su predecesor en el cargo, Barack Obama, según dijo ayer una portavoz de la Casa Blanca.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, no acepta la afirmación del director del FBI, James Comey, sobre la falsedad de las escuchas de las que el mandatario acusa a su predecesor en el cargo, Barack Obama, según dijo ayer una portavoz de la Casa Blanca.
Comey solicitó sin éxito durante el fin de semana al Departamento de
Justicia que desmintiese públicamente las acusaciones de Trump acerca de
que Obama ordenó grabar sus comunicaciones durante la campaña electoral
en 2016, de acuerdo con varios medios estadounidenses.
El director del FBI argumentó que la gravedad de las acusaciones de
un “pinchazo” en las comunicaciones de Trump exigía un comunicado
público por parte del Departamento de Justicia para señalar que son
incorrectas, pero esa agencia no ha emitido ningún pronunciamiento
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