El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que lidera los
sondeos de intención de voto para las presidenciales de 2018 y ha
admitido su deseo de disputar las elecciones, inició hoy una gira de 20
días por la región más pobre de Brasil con un discurso de marcado tono
electoral.
Pese a que no mencionó expresamente su deseo de disputar las
elecciones, el líder socialista pronunció en el estadio Fonte Nova de la
ciudad de Salvador un discurso incendiario de cerca de una hora con una
fuerte defensa de sus ocho años de gestión, duras críticas a un
Gobierno que tildó de "golpista" y un llamamiento para que el pueblo
busque cambios en las presidenciales de 2018.
Lula inició este martes por Salvador una gira por 24 ciudades del
nordeste, la región más pobre del país, de la que procede y en la que
tiene la mayor popularidad, pero, por impedimentos legales, negó
previamente que su iniciativa tenga fines electorales, ya que puede ser
sancionado o multado por anticipar la campaña.
Ello no le impidió instar a los brasileños a buscar cambios en las
próximas elecciones para derribar a los "golpistas" y colocar en el
poder un Gobierno con proyecto popular.
"El país tiene que prepararse porque en 2018 vamos a tener que
colocar a una persona democrática para gobernar este país. Saben que aún
falta mucho tiempo y que aún no hay candidato, pero sabremos lanzarlo a
la hora correcta", afirmó el considerado como líder más emblemático en
la historia del país.
Lula prácticamente puso su candidatura a disposición del Partido de los Trabajadores (PT).
"Porque ellos (sus adversarios) tienen que saber que una persona que
nació en Garanhus (el municipio del nordeste que es su cuna) y que no
murió de hambre antes de cumplir 4 años no tiene miedo de continuar
luchando para que todo el pueblo brasileño pueda conquistar, a través de
la democracia, su ciudadanía", afirmó.
"Estoy con 71 años y unas ganas de luchar como si tuviera 30. No soy
ningún revolucionario; soy un despertador de conciencias y quiero andar
nuevamente por el país para mover la conciencia del pueblo y mostrar que
durante 300 años (sus rivales) no hicieron nada por el país y nosotros
sí hicimos", afirmó.
En una referencia a su sucesora y ahijada política, Dilma Rousseff,
destituida de la Presidencia en 2016, Lula dijo que los "golpistas
pagarán con la misma moneda por haber truncado la democracia y haber
echado una presidenta elegida democráticamente".
Los cientos de militantes que acudieron a verlo intercambiaron las
consignas en defensa de Lula y de su candidatura presidencial con los
gritos de "Fuera Temer", un eslogan de la oposición para exigir la
renuncia de Michel Temer, el vicepresidente de Rousseff que la sucedió
en la jefatura del Estado.
Lula, condenado en primera instancia a nueve años y medio de prisión
por corrupción y que atribuye los procesos judiciales en su contra a una
persecución política, aseguró que quienes quieren alejarlo de la
política están con más miedo de lo que puede hacer en el futuro que de
lo que ya hizo.
Mencionó varios de los éxitos de su Gobierno y dijo que quienes lo
persiguen "no conseguirán borrar mi historia porque ella ya está en la
cabeza de millones de brasileños".
"Tuvimos trece años de aumento real de los salarios, trece años de
conquista de ciudadanía. Y ellos saben que el pueblo sabe de eso. Y les
incomodó que tantos pobres comenzaran a comprar automóvil y a andar en
avión. No hay otra explicación para el golpe sino el deseo de ellos de
truncar las conquistas del pueblo", agregó.
Tras citar los actuales índices récord de desempleo y los graves
problemas fiscales del país, que atribuyó al actual Gobierno pese a que
son considerados herencias de los gobiernos del PT, Lula defendió la
renuncia de Temer.
"Si un gobernante no tiene competencia para resolver una crisis y
comienza a vender el patrimonio, ese gobierno tiene que renunciar y
pedir disculpas", dijo.
En el acto inicial de su gira por el nordeste, Lula fue acompañado
por varios de los principales dirigentes del PT, como la actual
presidenta de la formación, la senadora Gleisi Hoffman, así como por
decenas de parlamentarios y exministros.
La primera jornada de la gira, sin embargo, no estuvo exenta de
incidentes. Un grupo de unos 30 manifestantes realizó una protesta
frente al estadio, al que llevó un muñeco representando a Lula vestido
con uniforme de presidiario, y la policía tuvo que intervenir para
evitar enfrentamientos con los militantes del PT y detener a cinco de
los manifestantes por porte de armas.
Pese a liderar las encuestas de intención de voto, Lula también tiene
índices récord de rechazo y corre contra el tiempo para no ser
inhabilitado como candidato por los cinco juicios que enfrenta.
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